domingo, 26 de diciembre de 2010

El próximo posteo

Todo el fin de semana pensando qué escribir. Si, me la pase dos días maquinando ¿Un saludo por navidad y fin de año? no, pésimo, muy trillado, además esto es un lugar de culto y no va a pegar (?). Descartado. A ver ¿y si escribo eso que tenía más o menos armado en la cabeza sobre ella? mmm tengo mis dudas, pero bueno, lo empiezo y veo cómo queda. No, muy malo, además no salió nada de lo que tenía planeado. Una idea menos. Bueno, ya fue, me voy un rato a lo de un amigo y después la sigo acá.
Ahora, me parece que ahora sale. Si tengo una idea que está bien. Nada extravagante pero bien. Si es sobre eso que quiero hacer pero que nunca lo hago, por una u otra razón. Me voy a hacer un café y lo armo. A ver, uhh mira lo que escribió este vago en twitter, ¿a ver qué es esto? ¡ahh que buen video! ¿Qué será de los pibes de LR! quedará alguno por acá? Groso, post sobre los bluffs del fútbol. Uh si, este Denilson, que ladrón ¿Las 9 ya? Me voy. Uy el post, que boludo. Bueno voy y mañana lo escribo. Aunque ahora que lo pienso, era bastante mala la idea, si si, mejor que no lo hice.

Y así se pasan gran parte de mis días.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Café y Dostoievski

-- Un cortado con dos medialunas. Gracias

Era temprano y en ese bar, en el interior de una galería, había poca gente. Un viejo café, ahora renovado y decorado con imágenes en blanco y negro. Cantantes, escritores, pintores y largo etcétera que incluía actrices y deportistas. Siempre se sentía a gusto allí. El movimiento era escaso y, al estar alejado de la calle, el ruido también era poco. Además, en aquel lugar parecían destacar el silencio. Nada de radios, nada de televisores. Quienes usaban computadoras o teléfonos parecían aceptar esto ya que intentaban ser lo más discretos posibles.

Allí estaba Salvador. De buen humor pero tranquilo, esperando su pedido. Mientras, ojea el diario, mira algo de política y algo de espectáculos, chequea la agenda para ver si alguna obra o alguna película lo convencen de salir de su casa. Nada, por lo menos hasta el momento.

Salvador conoce a casi todos. Desayuna en el mismo lugar hace más de un mes, cuando empezó a trabajar a la vuelta. Pero ese día había alguien nuevo, un tipo que no llamaba demasiado la atención. Sentado en una esquina, vestido con un pulóver oscuro y pantalón de vestir. Estaba abstraído, mirando uno de los cuadros. Salvador se distrajo un rato mirando al nuevo e imaginando posibles historias, algunas más posibles que otras. Primero fantaseó un poco por relatos totalmente inverosímiles. En seguida, cayó en uno de los tantos personajes de Dostoievski, discretos, mediocres, para nada relevantes, un antihéroe. O un burócrata, que es lo mismo. Un administrativo, de esos que acá, en la ciudad, proliferan.

A pesar de esta carga negativa que Salvador le dio al desconocido, sintió que algo lo unía a él. En realidad lo unía al personaje que el había creado. Pudo ser el libro que tenía en las manos (del que no llegó a leer el título) o quizás el cortado con dos medialunas. Tal vez, y esto fue algo que lo angustió momentáneamente, lo que se relacionaba entre ellos era su falta de protagonismo. Él sabía que jamás fue indispensable y que tampoco lo sería. A menos que pase algo demasiado extraño, lo cual estaba claro que no iba a suceder.

-- Su pedido señor.

La llegada del mozo lo sacó de sus pensamientos. Miró el reloj, todavía faltaban unos quince minutos para su entrada.

El hombre de la esquina se paró y se fue. Salvador se quedó pensando un momento más. En él, en ellos y en su café con medialunas.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Se viene

Algún día lo haré, sin dudas. No se cuando, pero lo a hacer. Juro que un día de estos me loqueo y lo hago. No se preocupen, llegado el momento se van a enterar, de alguna u otra manera.
¿Que qué es lo que voy a hacer? No, bueno, eso no se los puedo decir. Dejemoslo ahí, mientras, yo lo voy pensando y planificando.
¿Que por qué? Ahí me mataron. No tengo idea. Supongo que porque todos tenemos que hacer algo importante antes de morir, ¿o no? y tampoco te vas a creer que un título universitario es tan relevante. No, para nada.
La cosa pasa por otro lado. ¿Por dónde pasa? mmm no tengo muchas certezas, pero por acá seguro que no.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Pensamientos antes de dormir: Renacer

Escribo estas líneas con una mano en el teclado y en la otra una pistola. Escribo y pienso. También lloro, un poco, no demasiado porque esa etapa ya pasó. Miro al costado, ahí en mi mano el arma. Me rasco la sien con ella y me quedo un rato quieto. Recuerdo lo que fui y reafirmo la decisión tomada. Pienso en las oportunidades, infinitas, desaprovechadas. Pienso en las humillaciones, miles que forman una pesada carga que ya no quiero sostener. Quiero echar culpas pero no hay nadie, y en el fondo lo se. Soy yo y sólo yo el que debe cargar con todo esto.
Me detengo en lo que ya no seré.
Claro que la pistola no es de verdad. Es sólo un símbolo formado por mis dedos. Quien muere hoy será el personaje, la mascara. Esa que empezó como tal pero, se pegó de tal manera, que se confunde con la piel. Quedan muchas cosas por decir, pero es tal la congoja que prefiero callar y enterrarlas en silencio.
Porque el de hoy no será un suicidio real, o quizás si, quizás sea el más real de todos.

martes, 16 de noviembre de 2010

Máxima

Ante tanta incontinencia verbal, tanta opinión sin sustento, siempre es bueno recordar la 9º máxima que San Martín le dejara a su hija:

Que hable poco y lo preciso.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Locura

Eran las 8 de la noche y estaba en lo de la vecina. Había ido a solucionar una pavada, algo relacionado a la alarma. Estaba terminando y ya me iba para mi casa. En ese momento un fuerte golpe en la puerta y los gritos de una mujer indicaron que afuera se estaba produciendo un robo. Lo primero que atiné a hacer fue poner la mano en el picaporte.

- Pará -me dijo la señora- mirá si entran.

No me quedó otra que esperar unos segundos. Además, debo confesarlo, yo también tuve miedo. Los gritos de la chica eran desesperados.

Al minuto más o menos. Cuando se hizo un silencio, abrí la puerta intuyendo que todo había terminado. Así fue. La chica estaba llorando "me robaron la cartera, eran dos chicos", repetía.
Enseguida un vecino que vio la escena trajo a uno de los chicos. Lo agarraba como si fuera una bolsa de papas. "Porque no me pediste plata y yo te daba. Trabajo todo el día, no me podés hacer esto" le decía.
Por la otra esquina, otro de los que más o menos vio algo cazó al segundo pibe. No pasaban los 10 años, seguro. Flaquitos y mal vestidos, eran unos nenes.
Los dos, fueron aplastados contra la calle y enseguida fueron rodeados por una horda de gente. Gente, toda, largamente mayor de edad. A todo esto, la chica que fue robada seguía gritando.
Los vecinos empezaron puteando a los ladronzuelos pero la violencia iba creciendo. Sobre todo la de un señor que les reclamaba y en el medio de cada frase le pegaba a uno.
"Decime con quien estabas, falta uno" pum! patada. "Pendejo de mierda" pum! pum! zapatazo en la cara.
- Para un poco che! son pibes- traté de calmarlo.
Otro vecino también gritaba, y también pegaba. "A estos pendejos hay que matarlos ahora, antes de que sean grandes" pum! patada.
Varias veces intenté persuadirlos pero era en vano. Estaba sólo y eran no menos de 7 personas.
No sabía qué hacer. La situación era demasiado dura. Demasiado real. Porque una cosa es ver la gente en el noticiero pedir mano dura y otra, muy distinto, es ver a un grupo de vecinos impartiendo esa mano dura.
Lo único que atiné a hacer fue salir con el auto a la comisaría más cercana. Los policías que me atendieron me pidieron que los lleve al lugar. Así lo hice y en unos minutos despejaron todo y se llevaron a los chicos
¿Qué pasó después? nunca lo sabré. ¿Les pegaron o no? ¿Hicieron algo o los dejaron libres en cuestión de segundos? Todas esas preguntas me quedaron dando vueltas por la cabeza durante un tiempo.
Pero más que nada me quedó la sensación, asquerosa, de que hay personas totalmente desquiciadas.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Viajar

Hay una idea, que lo obsesiona desde hace tiempo, desde que conoció el mundo. Viajar. Dejarlo todo y viajar, solo. No días, ni meses, tal vez años. Experimentar la soledad, la libertad. Soltarse, para siempre, de todo. Armar la mochila, juntar unos pesos e irse. ¿El lugar? no importaba mucho. El sur o el norte. La montaña podía ser, aunque sin mucho frío, eso sí.
¿Qué lo ata? ¿los amigos? ¿la familia? ¿un par de materias para una licenciatura? ¿o su falta de coraje? Seguramente era esto último.
Algún día... algún día, pensó y cerró los ojos.

domingo, 31 de octubre de 2010

Nudo

Ayer la vio, y comprobó que estaba bien sin él. Sonreía dulcemente. Y, aunque sabía que eso era lo mejor, no pudo evitar el nudo en el estómago.

lunes, 25 de octubre de 2010

Concretar

Madre, estoy cansado de no cansarme – le dijo, en tono a la vez zumbón y triste.*

Otra vez, como no hacía mucho, volvió a renunciar. Pero en esta ocasión, el abandono fue, casi, antes de empezar. Siempre encontraba una razón que lo dejaba satisfecho. Al mismo tiempo, en una especie de formación sedimentosa, cada alejamiento le dejaba un tinte amargo. Así, luego de que perdiera la cuenta de las veces que había dejado las cosas por la mitad, el sentimiento negativo se hizo llamativa e inquietantemente grande.

Que vaya a hacer terapia le habían dicho. Si, lo hizo un par de veces. Pero entonces, sus prejuicios y sus juicios acerca de la estupidez de la doctora terminaron por quitarle el momentáneo entusiasmo.

Hablar, con quien hablar. Se sentía sólo en estas cosas. Sus amigos, compañeros irremplazables a la hora de reír y emborracharse no lo comprenderían. Al menos eso es lo que él pensaba. Varias veces había compartido su pensar con ellos pero no creyó encontrar la respuesta esperada. También esto era un tema de debate interno, quizás se pensaba superior a los demás sin motivo alguno.

¿Qué había hecho él para ser considerado mejor a otros? ¿Acaso leer algunos libros y dársela de librepensador le había servido alguna vez para algo? Por las noches, cuando pensaba y monologaba en silencio, se preguntaba por qué ningún trabajo le gustaba ¿Era realmente un vago? Quería creer que no y que el problema pasaba por otro lado. Tal vez estaba buscando el trabajo perfecto, ese que, internamente, sabía que no existía.

Yo elegí ser filósofo porque no me gusta el trabajo físico le dijo una vez un pariente que había muerto cuando él era un niño. Algo que lamentaba profundamente ahora que tenía tantas preguntas y tan pocas respuestas.

¿Aprender guitarra? ¿Volver a hacer radio? ¿Mejorar el inglés? Todas esas actividades, de a una por vez, rondaban por su mente e incluso contaban con cierto y repentino entusiasmo. En seguida, el brote de excitación se veía sofocado. ¿Para qué empezar si se que lo voy a dejar al poco tiempo, para qué exponerme a una nueva frustración? repetía cada una de las veces.

Demasiadas preguntas y demasiados peros vio en su mente y se le ocurrió que ese podría ser la razón por la cual nunca hacía nada.

Te contestaré que no hay nada perdido, absolutamente nada. Lo único que te ocurre es que no concretas.*

* Un hombre, J. M. Gironella

lunes, 18 de octubre de 2010

Soliloquio de un mediocre

Que lindo es perder por poco. O por culpa de otro. Que enormemente reconfortante es la excusa. Que sabroso es el "casi lo logramos". Ese partido, contra ese equipo. Se perdió, pero por poco. Ah, que buena materia prima para el fracasado. Ese que irá, eternamente, contando y agrandando la leyenda. Porque yo, pendejo, cuando tenía tu edad casi lo logro, va a decir y siempre con una excusa nueva para terminar la frase. Que el clima, que el arbitro, que la preparación. Y así por siempre, para no reconocer, que en el fondo, fue toda su vida un cagón.

Todo eso pensó antes de dormir.

jueves, 14 de octubre de 2010

Revolución Suspendida

La noche encontraba a Salvador tranquilo en un bar del centro. Eran las 3 a.m. y la cosa venía bastante tranquila. En eso un amigo le presenta a una amiga. Cuando se ponen a hablar, ella le cuenta que le gusta la política y no se qué más.

- Ah si, que bueno ¿qué estudias?

Le dijo que estudiaba Ciencias de la Educación en la Universidad Católica. En ese momento el trosko-leninista(?) que hay en él se despertó y empezó con un pequeño pero no menos efectivo “facho test”.

Sus respuestas eran desopilantes, sin (?). “Yo soy de clase media alta así que no puedo promover la revolución(!)” o “El Estado me estafa” le estaban haciendo explotar el detector de bigotes.

Salva se predispuso para el adoctrinamiento, aunque, obviamente, sin perder de vista el objetivo final. Porque como le dijo un amigo, peronistas y pitoduros somos todos (?).

De todos modos, no pasaron más de 5 minutos cuando le espetó el catastrófico “tengo que ir al baño”. Se quedó solo. Fue ahí cuando recordó a @jorgealtamira, suspendió la revolución y fue a buscar un Fernet.

sábado, 9 de octubre de 2010

Día II

Soledad era independencia (…) Era fría, es cierto pero también era tranquila, maravillosamente tranquila y grande…

H.H. El Lobo Estepario

Salvador, que estaba leyendo un poco mientras esperaba la comida, había decidido ir a ver a su hermano. Esa noche tocaba en un lugar pequeño, cerca de su casa. Había hablado con alguien para ver si iban juntos pero éste había dicho que no, que tenía cosas que hacer. Iba solo.

Mientras terminaba el artículo, sobre temas políticos, nada nuevo, llegó su vaso de cerveza y su comida. No le duró demasiado. No es que lo devoró, sino que la porción no era muy generosa. Se levantó y dio el último sorbo de cerveza.

Se cerró la campera y caminó las pocas cuadras que le faltaban para llegar al lugar. Cuando entró, el espacio le pareció demasiado chico. Estaba empezando una banda que no conocía y que no le gustó. En ese momento se sintió raro. Todo el mundo disfrutaba de algo que a él lo aturdía.

Salvador siempre había estado relacionado con el mundo de la música. Sus hermanos tocaban diferentes instrumentos desde chicos. El sólo escuchaba, todo el día, un poco de todo. Pero a veces, cuando estaba frente a algo extraño, como esa banda, no lo terminaba de comprender.

“Estos pibes ven arte, donde yo no la puedo ni siquiera imaginar” le había comentado un amigo un par de días antes. Y era así. Salvador, en cambio, era de gustos más sencillos. No rústicos, sino más sencillos.

Antes, intentaba posturas. Pretendía que le gustaban cosas que ni siquiera comprendía. Lo intentaba, muchas veces de forma sincera. Ya no.

Y ahí, en el medio de toda esa gente, que bailaba y aplaudía, él con las manos en los bolsillos de su campera de marca, se sintió sólo. Y ojo, le gustó.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Día I

Salvador se había levantado temprano. Va en realidad el despertador había sonado temprano. El salir de la cama le había llevado algo de tiempo. Se bañó, se vistió rápido y se fue a preparar un café. Mientras tanto, ya estaba arrancando la computadora. Reviso los mails y sigo, pensó. Batió el café y leyó su casilla: te espero a las 10.30 hs. Miró el reloj y vio que le quedaba un rato de tiempo. Fue hasta su cuarto y buscó El Lobo Estepario. Lo había ojeado un poco y se le ocurrió que podía ser un buen momento para arrancarlo.

Un rato más tarde, tipo 9.30 salió de la casa para ir a tomarse el colectivo. Caminó dos cuadras y se paró contra un árbol a esperar que llegue. Sacó su libro y mientras lo sostenía abajo del brazo se calzó los auriculares y prendió el reproductor. No le costó demasiado elegir el tema. Siempre creyó que había determinada música para cada libro, por eso cuando estaba por empezar uno nuevo se tomaba un rato para ver qué artista o lista elegir. Esta vez había sido una de Pearl Jam y Eddie Vedder, nada original pero acorde se dijo.

Cuando llegó a lo de Mario, éste estaba preparando los mates. Llegaste justo, le comentó la abuela mientras le abría la puerta.

Salvador pasó y se sentó a esperarlo. No se demoró nada. Venía con el mate en una mano y el termo en la otra. El saludo, efusivo, como siempre.

Charlaron un poco.

- Eh loco, estás a full con los libros – dijo Mario.

Se quedó con esa frase. Luego hablaron de todo un poco, comieron y miraron la tele.

Era cierto, desde que había dejado el laburo, la lectura era un hábito retomado y eso lo reconfortaba.

Salió de la casa, mucho rato después. Prendió su música y retomo el libro una vez arriba del colectivo. Con una sonrisa, todo el viaje.


My shadow runs with me

underneath the Big Wide Sun

My shadow comes with me

as we leave it all

we leave it all Far Behind

viernes, 1 de octubre de 2010

Principio periodístico

Cristian Alarcón

Hace un par de semanas, quizás tres llegó a mis manos el libro Cuando me muera quiero que me toquen cumbia. Historia de los pibes chorros. La investigación, escrita en forma de crónica –podría encuadrarse en el género Non Fiction novel- es el resultado de una invetigación de años. Durante ese tiempo, el autor se sumerge en las villas del GBA y traba relación con la gente de allí, especialmente con los que se dedican al robo.

Cuando me muera… es decididamente bueno. Tanto que cuando lo terminé compré Si me querés quereme Transa, una especie de continuación. Esta vez, el contexto es parecido pero la historia se basa en la vida de los narcos.

Esto viene a cuento porque en los dos libros, el narrador fija su postura y explica por qué les cambia los nombres a los protagonistas y modifica las direcciones dónde suceden las historias.

Dice Cristian Alarcón antes de comenzar el relato:

“Si bien este libro es el resultado de una investigación periodística, el autor no se propone colaborar con el trabajo del Poder Judicial ni la policía. Los nombres de los protagonistas de esta historia han sido cambiados con el firme propósito de no perjudicarlos. Los lugares y las coordenadas de tiempo y espacio fueron modificados u omitidos. Las identidades de los testigos de los crímenes han sido protegidas: en algunos casos se ha descompuesto a una persona en dos o más seudónimos, o sumado a dos personas en uno solo”

Y más adelante, ya en el medio de sus crónicas, como si fuera una continuación de aquello:

“Debí prometerle lealtad: no revelar nombres reales; no darle al enemigo información que lo pueda perjudicar, evitar que la verdad que él cuenta sobre su vida termine sirviendo como prueba en un juicio. Desprecia a la policía y a la Justicia. Debo jurar que nunca, jamás, testificaré en su contra. Estoy de acuerdo. En mi ética, la mayor virtud está en la verdad. La verdad está lejos de las comisarías y de los tribunales. La verdad está en la calle”.

Fijate, son decisiones (?)


Foto

jueves, 30 de septiembre de 2010

"Volver a empezar" es muy Alejandro Lerner ¿no?

sí, ahí, al fondo a la izquierda

Desde hace un par de años, quien haya navegado por Internet se habrá dado cuenta que los blogs se abren y se cierran así, de un día para el otro. Mucho mueren sin más que un puñado de historias, algunos marcan etapas y cuando estas llegan a su fin, la bitácora(?) muere de muerte natural.

La mía no ha sido la excepción y también abrí y cerré un blog. Hay un par que siguen abiertos, ahí, maltrechos y sobreviviendo de a una dosis por mes, o a veces menos.

Pero hoy, primer día post renuncia, me dieron ganas de empezar uno. En realidad de retomar uno anterior, aquel que había nacido con la idea de ser un espacio para la escritura libre. Sin corsets temáticos y sin la necesidad del día a día, del minuto a minuto. O sea, una vagancia (!). Un lugar para escribir largo, o corto, eso se irá viendo.

El nombre, todavía no lo se. Depende tanto de mí como del servidor. Voy a intentar con La Vida en Una Crónica, el nombre de aquel primero. Pero bueno, si en la barra del navegador aparece otra cosa, ya saben a quien putear (?)

En esto estamos entonces, en la búsqueda incesante de la felicidad, en este ir y venir por las misceláneas de la vida. En el medio, el devenir del tiempo (modo Bucay off). Entonces, se cerró una etapa, la del primer laburo serio y por ende la primer renuncia formal, con carta, firma y toda la bola.

La cosa es qué hacer ahora, estudiar, intentar laburar o escribir un blog (?), y si, la más fácil es escribir un blog, así que hagamos esa. Total, la guita, los puchos y las minas sobran dijo un amigo. A vos te sobrarán loco, yo hago malabares y eso que no fumo.

¿Hasta acá está bien para una presentación? Bueno espero que si, de última avisame y vemos cómo lo resolvemos (?).

Y que sea lo que tenga que ser.