martes, 16 de noviembre de 2010

Máxima

Ante tanta incontinencia verbal, tanta opinión sin sustento, siempre es bueno recordar la 9º máxima que San Martín le dejara a su hija:

Que hable poco y lo preciso.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Locura

Eran las 8 de la noche y estaba en lo de la vecina. Había ido a solucionar una pavada, algo relacionado a la alarma. Estaba terminando y ya me iba para mi casa. En ese momento un fuerte golpe en la puerta y los gritos de una mujer indicaron que afuera se estaba produciendo un robo. Lo primero que atiné a hacer fue poner la mano en el picaporte.

- Pará -me dijo la señora- mirá si entran.

No me quedó otra que esperar unos segundos. Además, debo confesarlo, yo también tuve miedo. Los gritos de la chica eran desesperados.

Al minuto más o menos. Cuando se hizo un silencio, abrí la puerta intuyendo que todo había terminado. Así fue. La chica estaba llorando "me robaron la cartera, eran dos chicos", repetía.
Enseguida un vecino que vio la escena trajo a uno de los chicos. Lo agarraba como si fuera una bolsa de papas. "Porque no me pediste plata y yo te daba. Trabajo todo el día, no me podés hacer esto" le decía.
Por la otra esquina, otro de los que más o menos vio algo cazó al segundo pibe. No pasaban los 10 años, seguro. Flaquitos y mal vestidos, eran unos nenes.
Los dos, fueron aplastados contra la calle y enseguida fueron rodeados por una horda de gente. Gente, toda, largamente mayor de edad. A todo esto, la chica que fue robada seguía gritando.
Los vecinos empezaron puteando a los ladronzuelos pero la violencia iba creciendo. Sobre todo la de un señor que les reclamaba y en el medio de cada frase le pegaba a uno.
"Decime con quien estabas, falta uno" pum! patada. "Pendejo de mierda" pum! pum! zapatazo en la cara.
- Para un poco che! son pibes- traté de calmarlo.
Otro vecino también gritaba, y también pegaba. "A estos pendejos hay que matarlos ahora, antes de que sean grandes" pum! patada.
Varias veces intenté persuadirlos pero era en vano. Estaba sólo y eran no menos de 7 personas.
No sabía qué hacer. La situación era demasiado dura. Demasiado real. Porque una cosa es ver la gente en el noticiero pedir mano dura y otra, muy distinto, es ver a un grupo de vecinos impartiendo esa mano dura.
Lo único que atiné a hacer fue salir con el auto a la comisaría más cercana. Los policías que me atendieron me pidieron que los lleve al lugar. Así lo hice y en unos minutos despejaron todo y se llevaron a los chicos
¿Qué pasó después? nunca lo sabré. ¿Les pegaron o no? ¿Hicieron algo o los dejaron libres en cuestión de segundos? Todas esas preguntas me quedaron dando vueltas por la cabeza durante un tiempo.
Pero más que nada me quedó la sensación, asquerosa, de que hay personas totalmente desquiciadas.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Viajar

Hay una idea, que lo obsesiona desde hace tiempo, desde que conoció el mundo. Viajar. Dejarlo todo y viajar, solo. No días, ni meses, tal vez años. Experimentar la soledad, la libertad. Soltarse, para siempre, de todo. Armar la mochila, juntar unos pesos e irse. ¿El lugar? no importaba mucho. El sur o el norte. La montaña podía ser, aunque sin mucho frío, eso sí.
¿Qué lo ata? ¿los amigos? ¿la familia? ¿un par de materias para una licenciatura? ¿o su falta de coraje? Seguramente era esto último.
Algún día... algún día, pensó y cerró los ojos.